Marek Glogoczowski – Las Raíces Religiosas del Poderío de EE.UU.

Marek Glogoczowski – Las Raíces Religiosas del Poderío de EE.UU.

     Hemos puesto en castellano esta vez el texto completo del discurso pronunciado por el notable filósofo y montañista polaco Marek Glogoczowski (1942) en el Foro Público Mundial “Diálogo de Civilizaciones” efectuado en Rodas, Grecia, en Septiembre de 2003 (véase wpfdc.com), que fue impreso en “World Affairs”, vol.7 Nº4, Nueva Delhi, 2003. El señor Glogoczowski logra ganarse la admiración de quien lo conozca por su imbatible lucidez, a la que aportan sus multivariados estudios académicos, principalmente en ciencias físicas, geofísicas y biológicas, y por su desafiante actitud que es respaldada por sus conocimientos del pensamiento religioso. Como sabemos que no abundan textos suyos en castellano, esperamos que este aporte sea bienvenido, lo que para nosotros ya es así. Por último mencionamos que este texto puede hallarse en inglés en marek.glogoczowski.zaprasza.net, donde están varios de sus artículos, la mayoría en polaco, y también en otros sitios. particularmente www.markglogg.eu.

Las Raíces Religiosas

de la Superpotencia Estadounidense.

Globalización: El Proyecto de la Tierra Plana

y las Cortezas Cerebrales Planas,

Pero Ningún Diálogo de Civilizaciones en Perspectiva

por Marek Glogoczowski

Septiembre de 2003
SINOPSIS
     La Conquista europea, que comenzó hace aproximadamente 500 años, fue originada en un amplio grado por el espíritu misionero de los cristianos católicos, tratando de cumplir con la demanda de Cristo expresada en el Evangelio de Juan: “Y tengo otras ovejas, que no son de este rebaño; debo traerlas también… Así habrá un rebaño y un pastor”. El período católico de la conquista del mundo fue sustituído pronto por el Protestante, con la Biblia como la fuente de las ideas a ser implantadas en todas partes. Y la Biblia pide la exterminación de las bestias salvajes hostiles a las “ovejas” (tarea que ha sido exitosamente llevada a cabo en los países occidentales), y la transformación del mundo, de modo que el “rebaño elegido de Dios” pueda vivir en una paz y seguridad perpetuas. Estos “elegidos”, según la mentalidad Protestante, son los hombres que lograron acumular las riquezas “agradables a Dios”. Nacido gracias a tal interpretación religiosa de las órdenes de Dios, el capitalismo rápidamente se esparció por todo el planeta, causando no sólo una tremenda devastación de los recursos de la Tierra sino también la división creciente entre clases sociales y naciones “buenas” (ricas) y “malas” (pobres). Los grupos de presión ultra-Protestantes y sionistas, llamados “neo-conservadores”, que se apropiaron del poder en el EE.UU. (e Israel) de hoy, predican abiertamente la “cruzada final”, que eliminará a los últimos “Estados canallas” que aún quedan del período socialista del siglo XX. Esta purgación de la Tierra será seguida de la creación del “Nuevo Israel Global”, donde “el SEÑOR se convertirá en el rey sobre toda la Tierra; en aquel día el SEÑOR será uno y su nombre uno. Todas las tierras serán convertidas en llanuras, pero Jerusalén permanecerá en lo alto y morará con seguridad”. La realización de este plan de 2.500 años permitirá la segunda venida de Cristo y el esperado Fin de los Tiempos, antes del cual los “elegidos” serán directamente “arrebatados”. Éstos son los que están creando las actuales ideas de la realidad, que irradian desde los más altos círculos del poder en EE.UU., y contra esta locura parecemos estar completamente indefensos hoy en día.
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LAS  RAÍCES  RELIGIOSAS  DE LA SUPERPOTENCIA  ESTADOUNIDENSE
     He leído una opinión de que la “globalización” —que significa la unificación política y cultural total— llegó a ser decidida automáticamente una vez que Magallanes realizó en 1521 el primer viaje naval alrededor de la Tierra. El hecho de que tuvimos que esperar durante los posteriores 500 años la “globalización del Globo” es atribuído únicamente a la carencia de apropiados medios técnicos para alcanzar ese objetivo. Pero la unificación de la Humanidad ¿es un “objetivo automático” hacia el cual nos dirigimos inexorablemente?. Gracias a un artículo escrito por el filósofo austriaco doctor Siegfried E. Tischler, que hace clases actualmente en alguna parte en Indonesia, aprendí que Magallanes no fue el primero en hacer el viaje alrededor de la Tierra, ya en 1241 la flota de embarcaciones chinas realizó la misma proeza [1].
[1] El descubrimiento de Norteamérica fue realizado en 1241 por una flota de barcos chinos durante la primera circunnavegación del globo (Magallanes no fue el primero, de ningún modo) / M. Xu acerca de la cultura olmeca como derivada de la cultura china anterior a la dinastía Qin (US News and World Report, Noviembre de 2002).
     ¿Por qué los chinos, mientras estuvieron varios siglos por delante de los apropiados medios técnicos europeos, no se embarcaron en la ruta de la conquista planetaria?. Leí que exactamente hace quinientos años, siguiendo una orden del Emperador chino, la más grande y mejor flota de barcos en el mundo fue quemada en puertos chinos. Después de un período en que los comerciantes chinos estaban colonizando ya la costa Oeste de África, acercándose a Europa desde el Sur, China se volcó hacia un auto-impuesto aislamiento, que duró hasta 1841, la fecha de “apertura” de la ciudad costera de Cantón mediante el bombardeo realizado por la floreciente marina inglesa. Los historiadores atribuyen esta inclinación “anti-globalista” en la política exterior china a la filosofía de Confucio, predominante en el Imperio Medio. Es decir, los hombres de comercio y los comandantes militares de alto rango, que insistían en la conquista global —que formaban el “Partido de los Eunucos” en la Corte china— fueron considerados por la burocracia imperial, criada en las tradiciones confucianas, como una fuerza perjudicial que arriesgaba corromper los fundamentos espirituales del Estado de Armonía establecido por Confucio dos mil años antes.
     Interesada en la perfección de su orden social, la élite china no tenía incentivos “internos” para perseguir una conquista externa. Los europeos, al contrario, desde la misma aparición de la Europa moderna, tienen una tendencia “internamente integrada” hacia la imposición de su hegemonía cultural (y política) en todas partes. Este impulso hacia una conquista que nunca termina era (y todavía es) suministrado por nuestra religión, conocida bajo el término general de Cristianismo. La “sagrada misión” de la unificación mundial fue supuestamente ordenada por Jesucristo mismo, que en el Evangelio de Juan dio la siguiente instrucción a sus apóstoles: “Y tengo otras ovejas que no son de este redil; debo traerlas también, y ellas oirán mi voz. Así habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10:16).
     La cristianización de los países emanada del Imperio romano fue conseguida de un modo lento y relativamente pacífico, pero una vez que los misioneros cruzaron los limes [límites] de la antigua Roma la “evangelización” comenzó a tomar formas cada vez más malvadas. Mencionemos sólo a la Orden Teutónica de Santa María, que en los siglos XIII y XIV exterminó totalmente a las tribus paganas bálticas de los jadzwings y los prusianos. Para no hablar acerca de las atrocidades que acompañaron a la no tan distante en el tiempo “cristianización” de ambas Américas, en particular del territorio actual de EE.UU., donde más de cien naciones indias simplemente desaparecieron durante el siglo XIX.
     Como lo sugiere Noam Chomsky en su libro “Año 501″, la Conquista continúa. Actualmente el conjunto entero de naciones “desobedientes al SEÑOR” parece estar puesto en la agenda para la exterminación en el semi-oficial “Proyecto del Nuevo Siglo Estadounidense” (PNAC), sobre el cual pondré luego un poco de luz. En particular éste será el destino de estas naciones que inadvertidamente adoran al competidor del SEÑOR llamado Alá. La élite “neo-conservadora” en el poder en el EE.UU. de hoy afirma sin ninguna vergüenza que se ha involucrado a sí misma en el cumplimiento final de una misión proclamada por Cristo, de manera que habrá un rebaño y un pastor.
     En los Evangelios Jesús enseña que “por sus frutos ustedes los reconoceréis”, y dado que EE.UU. es actualmente el más “cristianizado” país industrial occidental [2], entonces visitando EE.UU. veremos mejor la dirección que este “Reino del Señor” está tomando. ¿Y qué vemos si “caminamos por la vista y no por la fe (en el poder de EE.UU.)”?; ¿qué significa que nos comportamos de una manera prohibida para las “ovejas” cristianas por el apóstol Pablo (2ª Cor. 5:7)?. Es suficiente viajar un poco dentro de esta “Tierra baldía” (como llama a su país natal Theodore Roszak) para reconocer la increíble fealdad de sus ciudades, la obesidad malsana de sus habitantes, el agotamiento de sus recursos naturales, sus millones de presos reclutados sobre todo de barrios delictuales enteros, y para sentir que hay algo muy equivocado con este super-Estado supuestamente “cristiano”.
[2] Las estadísticas indican que alrededor del 60% de la población estadounidense cree activamente en alguna forma de cristianismo, en comparación con un 30% en Canadá, para no hablar de la situación en Francia donde sólo el 2% de los recién nacidos es bautizado.
     Si la situación interna del país, que contiene tanta gente (¡casi el 60%!) que se considera a sí misma como “cristiana”, es tan siniestra (como lo afirman tanto los observadores externos como internos del “estilo de vida estadounidense”), entonces debe haber algo incorrecto con esta “misión del Señor” que se supone que EE.UU. encarna. ¿Dónde se originó esta exigencia de que “habrá un rebaño y un pastor”?. En el Evangelio de Mateo Jesús dice a sus discípulos “No vayan entre los gentiles, y no entren en ninguna ciudad de los samaritanos, sino que vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 10:5-6). Es sólo después de su resurrección que Jesús toma la postura de un Superhombre y asegura a sus apóstoles (que dudaban de su presencia real) que “Todas autoridad en el cielo y en la tierra me ha sido dada. Id por lo tanto y haced discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:18-19). Sólo en el Evangelio de Juan, que fue escrito alrededor del año 110, cuando gracias a los esfuerzos misioneros de Pablo ya miles de gentiles habían sido cristianizados, Jesús asegura a sus oyentes, bastante antes de su crucifixión, que él tiene una capacidad sobrehumana para “entregar mi vida y tomarla otra vez”, esto a fin de realizar supuestamente la misión del “buen pastor” de imponer “un rebaño y un pastor” en todos los lugares de la tierra (Juan 10:14-18).
     Además, cuando uno lee con cuidado la Biblia, uno encuentra que el Jesús citado en el Evangelio de Juan simplemente repite profecías de anteriores líderes espirituales de Israel, en particular las de Zacarías y Ezequiel, que vivieron entre 5 y 6 siglos a.C.. En particular Zacarías afirma “Y el SEÑOR llegará a ser rey sobre toda la tierra; en aquel día el SEÑOR será uno y su nombre uno (Zac. 14:9). ¿Fue entonces posible que los textos de los Evangelios fueran manipulados a fin de hacer de ellos un instrumento para la conquista llevada a cabo por el “Nuevo Israel”, que no fue deseada en absoluto por el verdadero Jesús, que consideraba que todos los antiguos líderes de Israel eran “ladrones y saqueadores” (Juan 10:8)?.
Los investigadores profesionales de los textos del Nuevo Testamento han descubierto que varios milagros hechos por Jesús fueron “tomados prestados” (para usar un eufemismo) de mitos paganos bien conocidos por la población griega de Palestina. Un amigo mío, el profesor Ludwik Kostro de la Universidad de Gdansk —quien como un hombre del clero estudió en los años ’70 tanto física como ciencias bíblicas en Roma en la Universidad Católica La Sapienza— nos informó durante un seminario que el famoso milagro del agua que se convierte en vino en Caná de Galilea es un “plagio” de un milagro similar hecho por el dios griego Dionysos, y más encima era celebrado por los primeros cristianos el 6 de Enero, la fecha de la festividad pagana de Dionysos. Según investigadores católicos competentes de la Universidad La Sapienza, los discípulos de Jesús, a fin de engrandecer a su héroe deliberadamente, le atribuyeron potencialidades de conocidos (en su tiempo) dioses de los gentiles. (La capacidad sobrehumana de Dionysos para resucitar después de haber sido desgarrado en pedazos, evidentemente fue también atribuída a Jesús, como lo confirma su declaración insertada en el Evangelio de Juan: “Puedo entregar mi vida y volverla a tomar).
     Si esta interpretación católica de los Evangelios hecha en la Universidad “La Sapienza” es válida, es evidente que los discípulos de Jesús le atribuyeron también estas ambiciosas —y nobles en apariencia— profecías de los líderes espirituales israelitas, profecías que fueron repetidas incesantemente en el Israel de sus tiempos. Y gracias a las “ovejas” cristianas estas profecías judías, concebidas hace aproximadamente 2.500 años, llegaron a ser realmente inmortales: la demanda de Jesús de “un rebaño y un pastor” es claramente repetida en el llamamiento de Hitler en el siglo XX a la totalidad: “Ein Reich, Ein Volk, Ein Führer” (Un Estado, un Pueblo, un Líder).
     Aquí llegamos a un punto que elaboro más detalladamente en un informe más grande. Una lectura cuidadosa de las “Cartas” de los más prominentes apóstoles de Cristo —en particular las de Pablo y Pedro— confirma la sospecha de que “Cristo crucificado” se ha convertido en un contenedor (una herramienta, el “irracional cordero de Dios”, o —para usar la expresión preferida estadounidense— un “dispositivo”), que, lo quiera o no, facilita la intoxicación de los creyentes con ideas completamente pervertidas de profetas del Viejo Testamento. Estas ideas de 2.500 años, una vez puestas en ejecución, AUTOMÁTICAMENTE deben conducir a la corrupción total y a la devastación de nuestro planeta.
     No es nuevo el descubrimiento de que el mensaje del Nuevo Testamento es en su esencia el mismo que el del Viejo. Nuestro contemporáneo, el editor y traductor del Talmud el rabino Adin Steinzaltz, describió al cristianismo como “judaísmo simplificado, adaptado a las mentes infantiles de los no-judíos”. Esta engreída opinión es contradicha por Karl Marx, nieto de un rabino, que afirmó en la mitad del siglo XIX que “El cristianismo es el sublime pensamiento judaísta, mientras el judaísmo es una sórdida aplicación utilitaria del cristianismo”. Como una persona criada en el ambiente católico de la “papista” Cracovia, me adhiero más bien a la opinión de Karl Marx. El Nuevo Testamento es en efecto una sublimación del pensamiento judaísta, en particular de las ideas del profeta Isaías concebidas aproximadamente 500 años a.C.. El “modo de pensar” de este profeta ciego [3] se filtra a través de las “Cartas” de los dos apóstoles más prominentes, Pedro y Pablo. Pedro escribe por ejemplo en su “1ª Carta”:
     “Cristo sufrió por ustedes… Él no cometió pecado, ningún engaño fue encontrado en su boca… Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo en el madero (esto significa la cruz) de modo que podamos morir para el pecado y vivir para la justicia. Por medio de las heridas de él ustedes han sido sanados” (1ª Pedro 2:21-24).
[3] Existe un mito judío según el cual todos los profetas de Israel eran ciegos.
     Tal explicación del Misterio de la Redención es una copia fiel de un texto llamado “Los Sufrimientos del Sirviente de Dios” escrito 500 años a.C. por el profeta Isaías [4]. Este muy importante fragmento de la Biblia fue interpretado por el teólogo austriaco contemporáneo R. Schwager del modo siguiente: La gente malvada (gángsters) se une contra el honrado, y mediante una violencia hecha a él ellos arrojan sobre él sus propios delitos. El papel de Dios en este proceso consiste en hacer del sirviente (o el Hijo de Dios en el caso de Jesús) alguien apto para soportar voluntariamente el sufrimiento infligido sobre él [5]. Para Schwager es así evidente que Dios, imaginado por el profeta Isaías, es un colaborador oculto de un específico sindicato del crimen, el “Sindicato de los Sirvientes de Dios”, al cual Jesús llamó simplemente como “Cueva de Ladrones”.
[4]  La receta de Isaías acerca de la (ventajosa) utilización de los “Sufrimientos del Sirviente de Dios” es como sigue:
      (53:4): Ciertamente (Dios ha permitido que) él ha soportado nuestros sufrimientos y ha cargado con nuestros dolores; mientras que nosotros lo tuvimos por castigado, herido por Dios y abatido;
      (53:5): Pero (él voluntariamente aceptó que) él fue herido por nuestras transgresiones, él fue lastimado por nuestras iniquidades; el castigo que nos sanó cayó sobre él, y (gracias a Dios) con sus azotes hemos sido curados.
      (53:9): Y ellos pusieron su sepultura con los impíos (…) aunque él no había hecho ninguna violencia, y no hubo ningún engaño en su boca.
[5]  R. Schwager citado por Stanislas Wójcik en el libro “Dramat odkupienia” (The Drama of Redemption), Byblos, Tarnów, 1997.
     Hay un problema muy importante con esta “redención de los pecados cristianos gracias a la pasión de Cristo”, modelada sobre la profecía de Isaías. La cruz, simbolizando la Pasión de Cristo, se ha convertido en una especie de opiáceo, una especie de morfina que desactiva en los creyentes específicamente estos centros cerebrales (lóbulos frontales) donde se localiza la conciencia ética, los cuales crean el sentimiento de dolor (los llamados “pinchazos de la conciencia”) cuando alguien comete una acción fraudulenta. Si uno cree en el poder redentor de la Cruz, sus pecados simplemente “desaparecen”. Debido a este fenómeno psicológico, los creyentes en la Redención no tienen incentivos para desarrollar su sistema ético endógeno, necesario para el así llamado “pensamiento independiente”. Esto significa que a la sombra de la Cruz los comportamientos más inmorales pueden proliferar. Para Pablo —así como para Pedro— era evidente que los sirvientes podían ser abusados por sus completamente egoístas amos (como su valoración de “los sufrimientos del sirviente de Dios” lo indica). Pablo además afirma que “todo el poder viene de Dios”, de modo que nadie debe sublevarse contra las injusticias sociales, no sólo del sistema esclavista de la Antigüedad, sino también de la servidumbre corporativa de la modernidad. En su carencia de un sentimiento moral más profundo, Pedro llega incluso a estimar la sumisión conyugal de Sara ante Abraham, a la que Sara fue obligada por su emprendedor marido-hermano, para trabajar como un “dispositivo sexual” donde Faraón y otras cortes de Oriente Medio, contribuyendo de esta manera a la fortuna acumulada por este “justo” padre de naciones (1ª Pedro 3:6 y Gén. 12:11-16, 20:2-14).
     El padre de la Iglesia que cambió exitosamente los templos y los monasterios cristianos en “máquinas” para recolectar riquezas de todo el mundo accesible fue Agustín, que vivió aproximadamente cuatrocientos años después de Cristo. En su obra “De Doctrina Christiana” (XLI, 62) él propuso un sofisticado (en verdad) método de  recolección de bienes pertenecientes a los paganos, basado en la expoliación hecha por los hebreos de la riqueza de los habitantes de Egipto, justo antes de su éxodo desde este antiguo país que los albergó durante 400 años (Éxodo 3:22). Agustín estaba totalmente consciente de que sin el apropiado sacrificio redentor esta “apropiación de la riqueza pagana” no sería exitosa, y él da como un ejemplo la conducta de Moisés, que pidió ofrendas pascuales para la “salvación” de su Tribu de Ladrones de la persecución de los ejércitos del Faraón. Teniendo en mente el sentido salvífico de la pascua judía, Agustín racionalmente propuso, refiriéndose a la sabiduría de Pablo (1ª Cor. 5:7), que “nuestra pascua es Cristo ofrecido por nosotros”.
     Razonando de la manera propuesta por sus más altas autoridades espirituales, los conquistadores católicos no tuvieron pinchazos de conciencia (remordimientos) mientras robaban las riquezas que encontraron en los países recientemente descubiertos por ellos de América y Asia. Los chinos, observando la avaricia insaciable e insana de los marineros y comerciantes portugueses, los denominaron “los diablos blancos”. Estos comerciantes “cristianos” por supuesto pagaron con entusiasmo su tributo a la autoridad espiritual que legitimaba sus éticamente dudosas conquistas. La opulencia del Vaticano en aquella época había sido realmente extraordinaria: en Roma durante el Renacimiento trabajaron aproximadamente cien mil prostitutas, sirviendo a innumerables misiones clericales y cortesanas en peregrinaje a la Santa Sede.
     Es necesario recalcar que el principio “un rebaño y un pastor” realizado por la Iglesia Católica no tuvo consecuencias inmediatamente desastrosas para la biodiversidad del planeta: las tribus indias conquistadas por los españoles lograron de alguna manera sobrevivir e incorporar sus culturas endógenas en los marcos impuestos por la Iglesia. Los grandes animales salvajes fueron preservados en los bosques Reales, ya que ellos servían como un juego para la aristocracia católica. Y la diversidad cultural y lingüística de los países europeos fue asegurada gracias al uso del latín como la lengua internacional, usada sólo por una pequeña élite culta.
     Pero la opulencia y la hipocresía de los “sirvientes de Dios” de aquel tiempo eran demasiado visibles para los celosos habitantes de las ciudades europeas. La invención de la imprenta aceleró el estallido de su descontento, modelado no tanto sobre las enseñanzas de Jesús, sino en las de Pablo. Pronto la Biblia, traducida a los lenguajes nacionales, se convirtió en un objeto de idolatría entre las clases sedentarias (burguesas) de Europa. ¿Y cuál es la esencia, el “Ding an Sich” como diría Kant, de este libro, que moldea hasta ahora nuestra civilización?. Karl Marx, el nieto de un rabino, tenía razón cuando escribió que “el verdadero dios de los judíos es el dinero”. Esta opinión sobre el “dios” de los judíos (y de los cristianos ricos) podemos leerla ya en las cartas del Emperador romano Adriano, lo cual sugiere que la Biblia hebrea es trivialmente el libro de un “dios invisible” llamado por los sirios como MAMMÓN [las riquezas, el dinero]. Estuve sorprendido al ver hasta qué punto los textos bíblicos se hacen transparentes cuando substituímos la allí frecuentemente repetida palabra SEÑOR por Mammón: es en respuesta a la Llamada de Mammón que Abraham (Abram) abandonó Ur para buscar fortuna en Egipto; también Jacob hizo un pacto con Mammón, después de que él despojó a Esaú de la herencia familiar. Toda la evidencia indica que fue Mammón quien ordenó a Moisés que robara a los egipcios antes del éxodo de los judíos desde este país anfitrión, y ciertamente Mammón instruyó a Moisés que ordenara a sus parientes levitas matar a tres mil de sus “hermanos e hijos” bajo el monte Sinaí. Ellos hicieron esta pérfida carnicería, este “proto-11 de Septiembre (de 2001)”, a fin de arrojar sobre estos inocentes adoradores del Becerro de Oro el pecado de la codicia, pecado que llenaba las almas de los levitas hasta la locura.
     Si la Biblia, tomada en su conjunto, es el LIBRO de MAMMÓN (conocido en hebreo como MOLOC, o Molec, y que significa “Rey” o “Señor”), entonces la idolatría de este Libro automáticamente transformó a los países Protestantes en condados del Reino Invisible de Mammón: de acuerdo con las enseñanzas de Lutero y Calvino, los hombres que estaban en “la gracia de Dios” (de Mammón) eran sólo los acaudalados y los que estaban enfocados hacia los negocios, lo que les daba un impulso, desconocido en otras civilizaciones, para el enorme desarrollo industrial y financiero. La supuesta demanda de Cristo de “un rebaño y un pastor”, que antes había sido interpretada en términos vagamente relacionados con los asuntos de la economía cotidiana, llegó a ser interpretada por Protestantes de mentes simplistas estrictamente en una manera dada, como recetas bíblicas. Mediante una cuidadosa lectura de estas antiguas “palabras que llegan a ser carne”, podemos trazar fácilmente la dirección total hacia la cual nuestro mundo se dirige.
     En el libro del profeta Ezequiel encontramos la siguiente “disposición de Dios”: “Y estableceré sobre ellas [las ovejas] a un pastor, mi siervo David. Él las alimentará… Y yo el SEÑOR seré su Dios, y mi siervo David será el príncipe entre ellas. …Haré con ellas un convenio de paz, y exterminaré a las bestias salvajes de la tierra, de modo que ellas puedan habitar de manera segura… y nadie las hará tener miedo” (Ez. 34:23–28). La parte de este proyecto de Ezequiel que está relacionada con lo peligroso para los animales “oveja”, fue totalmente llevada a cabo en los países más avanzados de la Civilización Occidental: en los enormes y densamente boscosos Alpes, y en la península escandinava, los grandes animales predadores prácticamente no existen, mientras que en los cercanos Cárpatos, donde la densidad de población es similar a la de los Alpes, gracias a los recientes regímenes comunistas no-judíos (y a la monarquía católica de los Habsburgo antes), tenemos todavía a miles de osos, lobos y linces.
     La supresión demandada por Ezequiel no sólo de las bestias salvajes sino también de los hombres que puedan poner en peligro el bienestar y la seguridad de los “elegidos de Dios”, está también bajo cumplimiento –y ésta es de hecho la “misión divina” de Estados Unidos. Los “elegidos” (en el sentido Protestante, y especialmente calvinista, de este término) son hombres que son ricos, que disponen de cuentas bancarias, automóviles de lujo, casas y de todos estos artículos que complacen al “Señor” llamado Mammón. Así, los estadounidenses mataron (con un inesperado tiro en su cabeza, como lo hizo el héroe bíblico David) al “Imperio del Mal” en la forma de la Unión Soviética, donde el enriquecimiento personal estaba de hecho excesivamente limitado por el dogma marxista del predominio de la propiedad estatal (y no privada).
     Clifford Longley escribe en su reciente libro “Chosen People” [6] que “Estados Unidos ya no necesita invocar a Dios, porque es Dios, y aquellos que van al extranjero para propagar la luz, lo hacen así en el nombre de un reino celestial. …Aquellos Estados extranjeros que procuran cambiar esta política pierden su tiempo: usted puede negociar con políticos, pero usted no puede negociar con sacerdotes”. Esto significa que NINGÚN DIÁLOGO DE CIVILIZACIONES ES POSIBLE; todos nosotros tenemos que inclinarnos ante las órdenes del SEÑOR [MOLOC; en hebreo = "Rey" o "Señor"], exactamente como lo predijo Isaías hace 2.500 años: “Pues la nación o el reino que no los sirva a ustedes perecerá; aquellas naciones serán completamente dejadas en la ruina” (Isaías 60:12). Los detalles de cómo esto será llevado a cabo están en un documento llamado Project of New American Century (PNAC) comentados del modo siguiente por David Chiang:
     “La Administración de Bush está conformada principalmente por ideólogos derechistas estrechamente asociados con el movimiento de los colonos sionistas en Israel. Hace varios años Paul Wolfowitz y otras personas de confianza de la actual administración redactaron un documento titulado “Un Proyecto Para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC)”. En el documento ellos pedían el establecimiento de una hegemonía global absoluta mediante la utilización unilateral del poder militar estadounidense. El desmantelamiento de Iraq debía ser seguido de Irán, Siria, Arabia Saudí, Egipto, Libia, Cuba, Corea del Norte y finalmente China. (…) El PNAC propone que Estados Unidos e Israel conjuntamente compartan la hegemonía sobre las reservas de petróleo de Oriente Medio. Dando por hecho la reelección de Bush, Irán es la siguiente nación programada para el cambio de régimen, según mis amigos en Washington” [10 de Agosto de 2003].
[6] Un resumen del libro de Clifford Longley “Chosen People“, publicado en 2002, se dio en el artículo “Estados Unidos es una religión. Líderes estadounidenses se ven ahora a sí mismos como sacerdotes con una misión divina para librar al mundo de sus demonios“, de George Monbiot, 29 de Julio de 2003, The Guardian, http://www.guardian.co.uk/usa/story/0,12271,1007813,00.html
     El profeta Ezequiel asegura a sus lectores que “mi siervo David será el príncipe entre ellos”; así mismo este “proyecto del SEÑOR (esto significa EE.UU.)” será llevado a efecto pronto. Probablemente el método de su imposición será exactamente el mismo que el que usaron los cristianos (que se consideraban a sí mismos como los “nuevos israelitas”) en la Antigüedad tardía para tomarse el poder en el Imperio romano. En esa época su “pascua” para este acto de apropiación del poder imperial era Cristo Crucificado (“Pasha” autem “nostrum immolatus est Christus” escribió Agustín). Hoy día la “pascua” para la embestida judía sobre el poder en el Imperio Global es el martirio (Holocausto, o immolación total) de estos 6 millones de judíos pobres de Europa Central (Ellos no cometieron ningún pecado, ningún engaño fue encontrado en sus bocas —para usar las palabras de Pedro, que imita a Isaías). Como fue en el caso de la Conquista, cuando la Cruz borró con éxito los crímenes de los españoles en América, el monumento conmemorativo en Auschwitz hoy redime exitosamente los crímenes de los sionistas en Palestina y en todas partes.
     En el año 313 el Emperador Constantino promulgó el “Edicto de Tolerancia”, y por un misterio ocurrió que inmediatamente después, en vez de la tolerancia hacia distintas religiones, la parte oriental del Imperio romano se convirtió en una teocracia Cristiana Ortodoxa. ¿Es así posible que en los años venideros seamos testigos de un misterio similar en EE.UU., donde la tolerancia religiosa está codificada en la Constitución?. Para tomarse el poder en Bizancio de manera tan encubierta, los cristianos tuvieron que estar, antes de ese “golpe de Estado”, bien organizados, con “agentes influyentes” ubicados en los órganos más sensibles del Imperio de Constantino. Ésta es precisamente la situación que tenemos dentro de EE.UU. hoy, donde la camarilla sionista está más cercana que nunca a la realización de sus sueños. La información acerca de las actividades del movimiento chasídico Chabad Lubavitch la he visto por primera vez el 19 de Agosto de este año [2003], pero si esta secta —cuyos “agentes influyentes” en la Casa Blanca se supone que son Paul Wolfowitz y el senador Liberman— es capaz de organizar actividades para un millón de judíos jóvenes cada año, y su presupuesto únicamente en Rusia es de 20 millones de dólares, sus posibilidades para influír sensiblemente en nuestras vidas en el futuro cercano son muy reales. El peligro que tendremos pronto es estrictamente racista: un régimen teocrático “chasídico” (“piadoso”) en EE.UU., repentinamente intensificado después de la colisión de los aviones manejados a control remoto contra las torres de Manhattan el 11 de Septiembre de 2001. Este pérfido ataque, por el cual se culpó a islamistas, fue el provocador de una “Guerra Final por Jerusalén”, como pertinentemente lo hace notar la autora (Carol Valentine) del artículo resumido en la nota al final de este artículo [7], quien observa que el encubrimiento de la negligencia criminal del sistema NORAD ese día crucial fue asegurado por el senador Carl Levin, un partidario de la secta conspiradora Chabad Lubavitch.
     La idea de que los judíos proporcionan un “aglutinante” (literalmente una “religión”) necesario para la unificación de la Humanidad fue expresada no sólo en la Biblia y en los famosos (aunque prohibidos en la Europa liberal) “Protocolos“. El comandante de guerra israelí David Ben-Gurión predijo el Gobierno Mundial ya para 1987, cuando en 1962 la revista Look lo invitó a él y a otros líderes a visualizar el mundo 25 años hacia el futuro. No sólo se supuso que un Gobierno Mundial sería creado antes del final del Segundo Milenio, sino que una Corte Suprema para la Humanidad sería establecida en Jerusalén (y no en La Haya), así como un lugar sagrado allí, celebrando el papel judío como unificador de la Humanidad (Revista Look, 16 de Enero de 1962).
     Si escudriñamos cuidadosamente las profecías bíblicas, descubrimos que no sólo las bestias salvajes serán erradicadas, que todas las naciones rezarán al mismo SEÑOR, y que Jerusalén (“el lugar de paz“) dominará sobre todo el mundo. La Santa Biblia declara también que toda la tierra bajo el Santuario de la Humanidad Unificada de Jerusalén será… plana. Así dice la profecía de Zacarías, de la cual Jesucristo aparentemente tomó prestada su afirmación —repetida dos mil años más tarde por Hitler y Ben-Gurión— de que “Entonces habrá un rebaño y un pastor”. La profecía completa de Zacarías es como sigue: “El SEÑOR llegará a ser el rey [en hebreo, Molec o MOLOC] sobre toda la Tierra; en aquel día el SEÑOR será uno y su nombre uno. La tierra entera será aplanada desde Geba a Rimmón al sur de Jerusalén. Pero Jerusalén permanecerá en lo alto (…) y morará con seguridad” (Zac. 14:9-11). Zacarías limitó la planicie propuesta al centro de Palestina, pero otros profetas soñaban abiertamente que el SEÑOR (EE.UU., de acuerdo a Clif Longley) transformaría a su Pueblo Elegido en una especie de Súper-excavadora: “Triturarás los cerros y los harás polvo, y dejarás las colinas como hojarasca. (…) Todo valle será rellenado, y cada montaña y colina será rebajada; conviertan la región montuosa en llanura completamente lisa” (Isaías 41:15 y 40:4). Por supuesto toda esta devastación “agradable para el SEÑOR (es decir, Mammón)” de las tierras silvestres no lo bastante monótonas tiene que ser hecha a fin de “hacer caminos derechos para nuestro SEÑOR”, el cual mandamiento, como me aseguró un amigo, un sacerdote católico emérito de Wroclaw, tiene que ser tomado literalmente.
     Si miramos de una manera más amplia todos estos programas bíblicos arduamente ejecutados, vemos el mundo futuro en la forma de un desierto plano, monótono y estéril (una “Tierra baldía”), animado sólo por obesos y cortos de vista “elegidos”, dando vueltas en torno a los objetos de su idolatría: automóviles y cajas acondicionadas para habitar en ellas que se elevan hasta los límites del cielo (para no hablar de aquellos muros de concreto de 8 metros de alto y cercas de alambre de púas que simbolizan la contribución de “Eretz Yisrael” a la Arquitectura del Imperio Global creciente. Karl Max realmente estaba horrorizado cuando él comprendió que el mundo inhumano e inanimado que antes existía sólo en la imaginación enferma de los profetas (ciegos) de su tribu, se está convirtiendo en el mundo real, gracias a los esfuerzos de los “mammonistas” del siglo XIX. A principios del Tercer Milenio la situación es aún peor. He visto en Alemania, justo después de su unificación, cómo ellos literalmente “rebanan” montañas a fin de “hacer autopistas derechas de nuestro SEÑOR”, adorado localmente bajo el nombre de Mercedes-Benz.
La investigación de Jean Piaget sobre el desarrollo de la personalidad nos informa que los hombres jóvenes —como todos los otros animales superiores—, gracias a numerosas interacciones con su medioambiente, desarrollan en sus cerebros estructuras neuronales que forman una especie de “asimilación” de ese entorno. Si el ambiente humano es plano, simple, estéril y privado de los estímulos necesarios para desarrollar la fuerza, la agilidad y el coraje personales, la corteza cerebral de los adultos adaptados a estas condiciones es también relativamente plana, con sólo unos pocos repliegues, donde ocurren todos los procesos asociativos. El “mundo plano” necesariamente se traduce en la corteza cerebral plana de sus moradores, y viceversa. Proyectos de “aplanamiento” del mundo (es decir, de su uniformización) sólo pueden nacer en cerebros con cortezas cerebrales aplanadas. Ésta es sin la duda la realidad de la “disposición mental” de todos los globalistas, comenzando con el arcaico Isaías y su pandilla de profetas, pasando por los apóstoles Pedro y Pablo, hasta Agustín, Reeb Schneerson, Ben-Gurión, Bush, Wolfowitz, Liberman y toda esta camarilla chasídica de Chabad Lubavitch.
     Por supuesto, el “Rebaño Global” conducido por estos seguidores fanáticos del “Pastor”, se supone que “camina por la fe y no por la vista”, lo que ciertamente acabará en un desastre global. Hacia qué tipo de desastre nos dirigimos, nos dijo un graduado de West Point a mediados de los años ’60, actualmente profesor de filosofía (de origen católico) en la Universidad de Operaciones Especiales Conjuntas en Florida, el doctor Robert Hickson, durante el congreso del año pasado [2002] “Mut zur Ethik” realizado en Feldkirch en Austria. Él dijo literalmente esto:
     «Sería iluminador llegar a entender las influencias y la motivación detrás de lo que ha sido llamado no sólo nuestra (de EE.UU.) “política exterior mesiánica” sino nuestra “política exterior apocalíptica”. Los “Cristianos Protestantes Sionistas” son ciertamente una influencia significativa en esta dirección, basando sus opiniones políticas y militares en su “teología dispensacionalista” y las más bien lúgubres creencias sobre “el final de tiempos”, aunque los “elegidos de Dios” vayan a ser supuestamente “arrebatados” antes de que “el Armagedón venga” y luego “retorne su Mesías”. Además, hay ciertos segmentos de judíos que se están esforzando por (re)construír “el Tercer Templo de Jerusalén”, lo que requeriría la previa profanación y destrucción de la mezquita [de Al-Aqsa], y probablemente produciría una guerra enorme, si es que no una devastación aún más seria».
*
     ¿Existe realmente alguna posibilidad de escaparse de esta agobiante locura, la cual por cierto puede terminar transformando al planeta Tierra en un cinturón de asteroides girando alrededor del Sol?. Propongo mirar una vez más la información que cité al comienzo de esta conferencia. Los chinos descubrieron América ya en 1241, y a pesar de su supremacía técnica, ellos no se involucraron en su conquista. Todos los mencionados anteriormente ultra-potentes grupos de fanáticos que propugnan la creación de un “Nuevo Israel Global”, se consideran a sí mismos herederos de estos idiotas-gángsters hebreos semitas “piadosos” (chasídicos), siempre en búsqueda de nuevas ocasiones para succionar y arruinar a distintas naciones. Pero para mí todos estos Bush, Wolfowitz, Liberman y su camarilla de conspiradores claramente se parecen a aquellos altos comandantes de guerra y magnates financieros chinos que hace 500 años formaron el súper-poderoso Partido de los Eunucos en la Corte del Imperio Medio. Y los chinos lograron de alguna manera reducir las ambiciones estériles y anti-zoológicas (es decir, hostiles a nuestro desarrollo senso-motor) de aquella versión temprana del actual Partido Global de los Eunucos por la Conquista.
NOTA:
[7] Un resumen de un artículo de Carol Valentine, “Los LUBAVITCHERS ¿Una TEOCRACIA en EE.UU.?” (http://www.Public-Action.com. Copyright, Mayo de 2002. Puede ser reproducido para objetivos no comerciales):
     Podemos discutir quién es el mayor culpable, pero los hechos son que el mismo Congreso y la Casa Blanca han estado ayudando a establecer una teocracia en Estados Unidos. Así es, en EE.UU., la nación que solía ser una tierra de libertad religiosa.
     Los sedicentes líderes de la nueva teocracia: Quieren abolir la Navidad. (…) Quieren establecer un sistema de castas en EE.UU. basado en la herencia y la religión. Quieren obligar a los ciudadanos estadounidenses a abrazar una “religión” sintética inventada para una clase servil.
     Esto puede parecer increíble, pero es tan real como la tierra bajo sus pies. Puedo documentar todo lo que he dicho. Déjeme informarle acerca de los detalles. Los sedicentes líderes teocráticos que el Congreso y nuestros presidentes han estado promoviendo son miembros de una secta llamada Chabad Lubavitch, establecida en Brooklyn, Nueva York. Los lubavitchers son un subconjunto de los judíos hasídicos (también llamados “chasídicos”). Doctrinalmente, los judíos hasídicos confían en el Talmud, en el Zohar (el libro básico de kabbalah o “cabalá”), y en el Tanya (o “Ha-tanya”) escrito por el fundador de Chabad Lubavitch Hasidics, el rabino Shneur Zalman.
     Para los lubavitchers contemporáneos, el más admirado es el fallecido rabino Menájem Mendel Schneerson, el “rebbe lubavitcher“, o simplemente “el Reeb”. Algunos lubavitchers consideran al Reeb su Mesías y esperan que él retorne de los muertos (murió en 1973); otros dicen que el Mesías es realmente el pueblo judío mismo. Si todo esto comienza a parecer extraño y marginal, comprenda que los lubavitchers no se limitan al Brooklyn, en Nueva York. Ellos tienen acceso inmediato y constante al presidente de Estados Unidos: el Secretario de Prensa de George Bush, Ari Fleischer, un judío reformista, maneja la misión lubavitcher.
     El promotor más destacado de los lubavitchers en el Capitolio es el senador Joseph Lieberman (D-Conn.), un judío ortodoxo, y ex-candidato a la Vicepresidencia de Estados Unidos. El presidente del comité de Fuerzas Armadas del Senado, senador Carl Levin (D-Mich), ha alabado los “ideales” de Chabad Lubavitch en una declaración en el Senado. Los miembros judíos del Congreso asisten con regularidad a seminarios conducidos por un rabino lubavitcher de Washington DC. El Subsecretario de Defensa, Paul D. Wolfowitz, el controlador del Ministerio de Defensa estadounidense, Dov Zakheim (un rabino ortodoxo ordenado), y Stuart Eizenstat, ex-ayudante del Secretario de Tesorería, son todos fanáticos lubavitchers.
    Según el Jerusalem Post del 19 de Octubre de 2001, “Chabad es una fuerza potente: 2.600 instituciones en todo el mundo, grandes cantidades de rabinos de habla inglesa, control de la mayor parte del judaísmo en Italia así como el principal rabinato de Rusia (su presupuesto en Rusia es de 20 millones de dólares anuales). Es una organización con recursos financieros mundiales inmensos… En efecto, Chabad es un movimiento de importancia monumental. Los judíos practicantes son profundamente dependientes de sus emisarios por todo el mundo… sus rabinos dominan o van a dominar comunidades judías en un sorprendente número de países”.
     La Jewish Virtual Library cuenta una historia similar: “Más de 3.700 parejas de emisarios conectan el trabajo en más de 100 países de todo el mundo. Desde 1995, más de 400 emisarios fueron asignados a nuevas destinaciones y más de 500 nuevas filiales de Chabad han sido establecidas, llevando el total a casi 2.600 instituciones (seminarios, escuelas, etc.) en todo el mundo. Según la oficina central, casi un millón de niños participó en actividades de Chabad por todo el mundo en 1999″.
     Los lubavitchers son proselitistas, pero de una clase diferente. Ellos quieren hacer de todos los judíos —reformistas, conservadores u ortodoxos— unos hiper-judíos. Así vemos a judíos ortodoxos como Lieberman y a reformadores como Fleischer trabajando hombro con hombro con el programa lubavitcher. Los lubavitchers no quieren convertir a los no-judíos al judaísmo; ellos quieren que los judíos entiendan que son una clase aparte de todos los demás.
     ¿Cómo va a ser peleada esta Guerra Final por Jerusalén?. Primero, las fuerzas contrarias desaparecerán. El Mesías [los judíos] enseñará la Palabra de Dios a todas las naciones, provocando que el cristianismo y otras religiones desaparezcan. La Biblia dice que cada uno se convertirá en un no-judío hasídico… Ahora vemos el rol que los no-judíos en el ejército estadounidenses jugarán en la “Guerra Final por Jerusalén”: los militares estadounidenses ayudarán al Islam a “desaparecer”.
     El 11 de Septiembre de 2001, aviones dirigidos por control remoto fueron usados para chocar contra las torres del WTC y el Pentágono. Los golpes fueron realizados con el pleno conocimiento y el consentimiento del Comando Aeroespacial Norteamericano (NAAC) y se culpó de ello a terroristas musulmanes. Sepa que el presidente del Comité de Fuerzas Armadas del Senado, senador Carl Levin (D-Mich), es un sostenedor de Chabad Lubavitch. Podemos entender ahora por qué el 13 de Septiembre de 2001, sólo dos días después de la catástrofe, Levin permitió al general Richard B. Myers, vicepresidente de los Jefes de Estado Mayor Conjuntos el 11 de Septiembre de 2001, y un ex-comandante de NORAD, tejer una mentira acerca de los acontecimientos de ese día. Después de observar su desempeño, Levin y su comité confirmaron a Myers como el nuevo Presidente de los Jefes de Estado Mayor Conjuntos. Podemos entender por qué el 25 de Octubre el senador Levin permitió al general Ralph E. Eberhart, comandante de NORAD el 11 de Septiembre de 2001, tejer una mentira sobre los acontecimientos de ese día. Levin estaba protegiendo, y seguirá protegiendo, a los dos traidores generales estadounidenses que ayudaron a promover la causa de la dominación judía mundial. (…) El significado del terror del 11-S se hace más obvio cada día. El propósito del terror del 11-S era ser el trampolín  de la “Guerra Final por Jerusalén”.–
Publicado por Alonso González de Nájera en junio 27, 2012
Altri texti des anos 2012 -2013 de Marek Glogoczowski — a buscar http://editorial-streicher.blogspot.com/

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